por Magdalena Fraj
fotos Félix Valiente
estilismo Sandra Escriña
"OJALÁ YO CONTRIBUYA A QUE
EL VER CÓMO TE HACES MAYOR SEA UN PRIVILEGIO ENORME"
Pino Montesdeoca (Gran Canaria, 1962) es una de esas personas que te sacan una sonrisa en cuanto empiezas a hablar con ellas. Sabe reírse de sí misma, se mueve con desparpajo y soltura ante el objetivo y no se queja de nada (ni siquiera del escalofriante frío que hace por la mañana). Su vitalidad es contagiosa y su vida daría para un libro: cambió su trabajo en las Bahamas como experta en finanzas por el mundo de la moda tras una experiencia casi mortal y hoy en día, a los 61 años, es una de las modelos más demandadas de nuestro país y también una actriz emergente. Hablamos con ella sobre la vida, la vejez y mucho más.
Has sido profesora en Suecia y has trabajado para un financiero en Bahamas. Sí, estudié y trabajé como profesora en Suecia, y cuando mis hijas se marcharon para estudiar fuera, mi marido ya estaba en otro país y yo me quedé sola en Suecia pensando "¿qué hago aquí?". Por eso, me marché porque ya era hora de volar. Me fui a los Balcanes, estuve viviendo primero en Sarajevo, luego en Kosovo, pasé mucho tiempo en Croacia... De repente, mi hermano me dice que un financiero que conoce está buscando a una persona que tiene que cumplir con ciertos requisitos: saber idiomas, ser muy organizada, etc. Me estaba buscando a mí. Asimismo, me fui a Londres muchísimas veces para que me pudiera conocer mejor, pero él no me hablaba del trabajo porque simplemente estaba observando cómo me comportaba [ríe]. Y cuando, por fin, lo hizo, me dio el puesto y me fui a las Bahamas. Pasé mucho tiempo ahí. De repente, un dengue hemorrágico me dejó varios días delirando al borde de la muerte. Cuando superé la enfermedad, me marché. Volví a España para recuperarme.
¿No te aburrías? Como una ostra [ríe]. Tengo una hija que vive en Madrid y está casada con un fotógrafo, y ellos empezaron a decirme que tenía potencial para ser modelo. Yo creo que simplemente querían hacerme algunas fotos bonitas por si me moría de repente [ríe]. El caso es que las vio la agencia con la que sigo y desde ese momento no he parado. Fue una tremenda casualidad y me alegro mucho porque no me aburro, soy una mujer muy activa y me encanta hacer lo que hago.
¿Cómo llevas el hecho de ser modelo? Fenomenal, porque no creo que sea modelo, soy otra cosa. Tengo un respeto y una admiración profunda por las personas que se dedican a esto porque es un sacrificio y un trabajo que conlleva mucha tenacidad y compromiso... Y también otra cosa que no todo el mundo puede tener: las medidas. Y luego estoy yo. Por suerte para mí, existe la diversidad y hoy en día puedo hacer lo que hago.
Ahora hay más modelos maduras en las pasarelas, ¿pero crees que se trata de un compromiso real? Yo creo que sí. Los cambios no vienen de golpe, pasan poco a poco. Ahora creo que empieza a ser todo bastante natural. Si tenemos suerte, nos hacemos viejos y ojalá yo contribuya a que el ver cómo te haces mayor sea un privilegio enorme. Es algo natural y deseado. ¿Por qué esconder que nos hacemos mayores?
"NO PUEDO LUCHAR CONTRA LA EDAD. Y SI PUDIERA, NO QUERRÍA"
Hay una responsabilidad social en lo que estás haciendo. Sí, y mucha. No puedo luchar contra la edad. Y si pudiera, no querría, tengo otras cosas más importantes que hacer. Que yo diga que no me haga nada [ningún retoque estético] puede parecer que me descuido, pero no es así. De hecho, yo me cuido bastante. Intento comer bien, hago ejercicio, cuido mi piel por la mañana y por la noche para extender que mi cuerpo esté bien durante mi vejez. Y eso es cuidarse. Me da miedo que si me hiciera algún retoque la gente ya no reconocería a la Pino de hace 30 años. Porque yo sigo ahí. Todas seguimos ahí.
¿Se podría decir que te gusta envejecer? Sí. Yo lo veo como una aventura. Siendo sincera y honesta conmigo y con los demás, si digo que no quiero seguir envejeciendo, digo una cosa muy clara: que tengo que morir. Pero para mí el hecho de envejecer significa también que te queda menos, que la muerte se acerca. Es algo que te da un poco de miedo, pero ya no le tengo tanto miedo. Eso sí, me apetece hacer muchas cosas y siento que me están quitando el tiempo. En conclusión: me gusta hacerme mayor y vivir lo que estoy viviendo. Tengo 61 años, no soy una anciana, pero me da miedo de que llegue una enfermedad y que mi cabeza deje de funcionar. Por eso, me mantengo activa. El hecho de ser feliz también ayuda muchísimo.
¿Qué proyectos tienes profesionalmente? Tengo muchos y muy diversos. Ahora tengo pruebas para hacer una serie, a ver si sale. Y también tengo otros proyectos profesionales de los que no puedo hablar todavía.
¿Cómo fue rodar Sky Rojo y Way Down? En Way Down me vi como una ignoranta, no tenía ni idea de nada [ríe]. No sabía nada, ni siquiera quiénes eran los actores. Fui ahí, hice lo que hago, al final soy profesora. Ahí empezó a gustarme mucho la experiencia. En Sky Rojo coincidí con un equipazo increíble. Simplemente espero hacer cosas de una manera decente y digna. Soy una profesional de lo que hago y quiero que mi trabajo también sea así, por el respeto que tengo hacia mí misma y hacia los demás.
Asistente de fotografía:
Germán Arbós.
Técnico digital:
Germán Arbós.
Maquillaje y peluquería:
Kley Kafé.
Manicurista :
Luz Belenguer.
Producción:
Victoria Mouriño. Agradecimientos:
Museo del Romanticismo en Madrid.
DISEÑO Y MAQUETACIÓN
DEL CONTENIDO:
DAVID CARRIÓN